En Chile, la llegada del nuevo milenio también significó el uso masivo de Internet. Con esta herramienta digital, las personas, pero sobre todo los jóvenes, pudieron anexionar una plataforma que les acompañaría en la conformación de su propia identidad. Así, durante la primera década del 2000, la juventud se comunicaba a través de Messenger, establecía relaciones por Fotolog y bajaba música con Ares. Las formas de vestir, de ser, las bandas que se escuchaban, y muchas otras variables comunes en los grupos formados en estos medios online, construyeron nuevas tribus urbanas con estéticas muy definidas.
El fascinante cruce visual de estas tribus fue lo que llamó la atención de la fotógrafa chilena Francisca Pinochet (Santiago, 1982), quien decidió atrapar su espíritu en el fotolibro “Santiago Snap” (Ocho Libros, 2010). A través de una gran cantidad de retratos fotográficos, esta publicación nos recuerda como eran estos grupos sociales, en que partes del espacio urbano se reunían, y, sobre todo, como se construía su identidad visual.
“Fue una revolución. En el espacio público surgieron distintas tribus urbanas con sus propios códigos visuales que se juntaban en puntos específicos de la ciudad, como las fiestas de la Blondie, el Teatro Carrera, la feria del parque Forestal, o las juntas en el río Mapocho al final de Provi. Iba a todos esos lados con mi cámara”.
“En el espacio público surgieron distintas tribus urbanas con sus propios códigos visuales que se juntaban en puntos específicos de la ciudad”
De las muchas tribus que retrató Francisca, las más significativas o las que quizá quedaron más grabadas en el imaginario de la época, fueron los Pokemones, los Visuals y los Góticos. Su ropa, los peinados, el maquillaje, los numerosos accesorios y la música que escuchaban, era muy atractivo para la fotógrafa.
“Los símbolos visuales permiten la comunicación y, en ese sentido, estas tribus fueron más radicales. A través de la estética o los tatuajes se revela parte de su identidad. Cada objeto o figura que soportan en el cuerpo es un mensaje, por eso en mis fotografías hay un énfasis en esos códigos visuales. Estas tribus se volvieron muy populares por su forma de mostrarse al mundo: una estética formada en un cruce de culturas, la chilena con la japonesa, surgida gracias a Internet y a las plataformas virtuales de comunicación”.
“A través de la estética o los tatuajes se revela parte de su identidad. Cada objeto o figura que soportan en el cuerpo es un mensaje”
Con el paso del tiempo, algunas tribus urbanas perseveraron, otras se fusionaron y algunas desaparecieron. En la actualidad, resulta difícil reconstruir las trayectorias de estos grupos, sin embargo, gracias a “Santiago Snap!”, tenemos evidencia visual de su existencia y sus características identitarias. “El acceso a una gran cantidad información nos llevó al exceso, por eso muchas de estas tribus se fusionaron. Antes eran más estrictas en su propia confirmación; o eras Pokemon o eras Visual. Hoy, los jóvenes no cargan con esas estructuras, son más libres. Este fotolibro es una evidencia visual para que las nuevas generaciones sepan que estas tribus respondieron a un tiempo muy especial en nuestra cultura. Espero que los más jóvenes se identifiquen con ellas y con su identidad”.
Actualmente, Francisca se encuentra trabajando en un proyecto con “Drag Queens”, el cual espera exhibir y llevar también al formato de fotolibro.
